lunes, 6 de julio de 2009

Un final paupérrimo




Vélez y Huracán protagonizaro una final en el Clausura que en lo previo era apasionante, el quemero tenía un punto más que Vélez, que tenía la gran ventaja de jugar de local, exactamente la misma situación que pasó en 1994, cuando Huracán tenía un punto más que Independiente y luego perdió 4 a 0.


En la previa, Huracán era el tiki tiki con Bolatti, Pastore y Defederico; el buen juego por sobre todas las cosas y era el favorito en la opinión pública de la gente, logró conseguir la punta por primera vez, justo en la fecha 18 antes de jugar esta última fecha. En tanto Vélez, que se turnaba la punta con lanús en todo el campeonato, venía de un perfil bajo, sin el reconocimiento de nadie, pero con un fútbol maduro, preciso y sólido, con una gran defensa y una saga de brillante con Domínguez y Otamendi, la gran revelación este último.
La final comenzó con Vélez, que tenía que ganar sí o sí, siendo el dueño de la pelota, intentaba atacar por el lado de Papa, pero no profundizaba. En todo momento supieron tapar a Pastore, el gran media punta y la clave de Cappa y temía con agún que otra escapada de Matías Defederico, que fue el único que complicó a la defensa velezana.
Huracán al no encontrar el juego, con centros lograba llegar al peligro, y desde un tiro libre desde la izquiera, logra conectar Domínguez y gol, pero lo anulan, muy mal anulado por que habilitaba Zapata y el que estaba adelantado no participaba en la jugada, primer gran horror de la terna arbitral.
Luego de seguir intentando, Velez en una buena triangulación logra con Juan Manuel Martínez pisar el área, y cuando se acercaba al arquero, Araujo lo cruza y le comete penal. Hernán Rodrígo López falla el penal y lo ataja muy bien Monzón volcándose a su derecha y la manda al corner, del mismo viene un cabezazo del ejecutante uruguayo y en la línea la saca Arano. No era el día del goleador.
El primer tiempo no tuvo mucho más, trabado y aburrido, un poco más Vélez y Huracán no encontraba a sus figuras.
El complemento fue igual, sólo que con mucha más riña. Gareca para ganar sacó a Gastón Díaz, el cuatro y metió a Larrvey, un 9 clásico. Así y todo, no encontraba el fútbol, el globo tuvo poco y nada, juagaba muy atrás y no contragolpeaba. Faltando cinco para el final del partido, después de un pelotazo, López cabecea y cuando Monzón la tenía controlada, Larrivey se lo llleva puesto y lo deja lesionado en el piso, deja la pelota y Morález se aprovecha y allí está la única diferencia del partido. Brazenas no vió nada y le regala el campeonato a Vélez, una vergüenza en el arbitraje, a todo esto no le cobró un penal a Vélez tras una durísima entrada de Arano sobre Cubero. Perjudicó a los dos, pero mucho más a Huracán con el gol mal anulado y el gol mal cobrado a Vélez.
La final no dejó nada, sólo muchas peleas y recriminaciones de los jguadores de Huracán a Joaqquín Larryvey por su pasado en el club. Un gesto cuanto menos repudiable y habla de la miseria y el cerebro atrofiado de muchos jugadores del fútbol argentino.

miércoles, 1 de julio de 2009

Un merecido finalista


Estudiantes de La Plata, el sexto grande del fútbol argentino, llegó a la final de la Copa Libertadores luego de ganar categóricamente en ambos partidos de la semifinal.

El conjunto de Sabella venía de una victoria en el partido de ida ajustada pero, sin haber recibido goles, lo cual era un punto a favor. Para la vuelta, paró dos líneas de cuatro con un doble cinco firme como Matías Sánchez -que reemplazó al referente del equipo, Juan Sebastián Verón- y el chapu Braña, y para jugar por los costados un jugador habilidoso y rápido como Enzo Pérez y Leandro Benítez, que desde el sector izquierdo frena la pelota y haga jugar a los demás.


El planteo salió a la perfección desde el minuto uno. Nacional, que jugaba con todo el público a favor en un Centenario colmado, no pudo penetrar en ningún momento del primer tiempo a la defensa del pincharrata, Schiavi y Desábato jugaron como viejos conocidos de toda la vida cuando era el segundo partido que jugaban juntos. Estudiantes hizo la suya, manejó la primera mitad y se fue empate a cero al entretiempo.


El complemento fue un ejemplo de cómo manejar los timepos y los nervios del rival, cuando a los pocos minutos, la gata Fernández la roba en una salida del fondo del conjunto uruguayo y rápido lo asiste a Boselli, que en carrera define con gran calidad picándola por encima del arquero. Uno a cero y todo salía perfecto, ahora, el bolso debía hacer tres goles para ganar la serie.

Estudiantes fue pura tranquilidad y templanza, siguió manejando el partido y pudo haber puesto en algún contraataque el 2 a 0. Pero, en un centro en uno de los tantos avances remotos del rival, Medina le logra ganar la posición a Schiavi y pone el uno a uno, sembrando algo de pánico y dándole un cachetazo a los jugadores argentinos.

El león no se achicó y si bien Nacional tuvo varios desbordes, y Mondaini casi la empuja para marcar, los defensores sacaban todo de cabeza. Hasta que en un descuido de la defensa tricolor, que estaba jugada en ataque, Salguero, le cedió la pelota a Boselli, que otra vez con una friadad enorme y maestría define ante la salida en vano del golero. Una muestra de lo que fue todo el equipo platense: solbente, audaz, ordenado y sereno.

2 a 1 el resultado final y Estudiantes se mete en la quinta final de la Copa Libertadores en su historia, espera al rival, que puede ser Cruzeiro o Gremio (los de Belo Horizonte se impusieron en la ida por 3 a 1).


A todo esto, Mariano Andújar llegó a los 800 minutos sin recibir goles, batiendo el record de Hugo Orlando Gatti, en el Boca del toto Lorenzo en 1977.